30.3.09

Lista de inútiles (3)

* Puntuar canciones en iTunes.
* El campo "género"
* Intentar llegar temprano.
* Intentar llegar temprano y de buen humor.
* Los virales.
* Las redes sociales.
* Las quejas.
* Las estadísticas.
* Los porcentajes.
* Los bloggers.
* Listas con un número predeterminado de items.
* El trabajo honesto.



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23.3.09

Buenos Aires. Capitulo final

Es la imagen mil veces repetida del tipo de cabellos lustrosos pegados al cráneo. De ademanes cuidadosos hasta para pedir un café. Como si no quisiera decirlo del todo pero exigiendo que sea como el de todos los días. Vestido de implacable negro, costumbre de glorias ajenas exceptuando las películas tangueras, que nunca vimos, pero recordamos de algún lado. Que se muere de la impaciencia pero asomando un trágico punto de observación mas bien inexorable, que se debe cumplir quiera o no.

Es la imagen repetida mil veces de la vieja rubia de voz ronca y musical. Colorada, empaquetada en joyas doradas, empuñando cigarrillos delgados y marrones, riendo en tono lúdico y gozón, queriendo perder la cordura entre burbujas de champán de calidad imaginaria.

Es una ciudad orgullosa de su lucha por no ser lo que es, defendiendo la causa de su propio caos. Defendiendo su propio uso social, lleno de códigos y conductas aceptables pero con una lista inmensa de otros no tanto. Todos intentando ejercer de guapos de barrio, defendiendo milímetros de espacio común, aterrados desde la ventana, por ver como se desmorona la ilusión de lo que no pudo ser.

Una ciudad que vocifera su elegancia con gritos e insultos en lunfardo. Con voz de barra brava y montonero. Con pose de saber mas de lo que sabe, de tener mas de lo que tiene. Silenciosamente xenófoba.

El "así ya no se puede" y "hasta cuando estos hijos de puta" desangra la pasión con la que se enfrenta cada día. El tedio se mata con titulares repetidos, que se cruzan en las esquinas haciendo no-noticias exaltadas a escándalos con su eslogan propio.

Buenos Aires indecisa del orgullo, invadida con páneles de expertos en nada, gritando por todo cuanto sucede o no sucede.

Entender lo que sucede no es el caso del bonairense. No cabe en consideraciones, no es el motivo buscar la razón. El aguante diario intoxica todas las esferas del vivir, del ser ciudad. Buenos Aires se reescribe generación tras generación como si Mario Puzo lo hubiera pensado antes, con fondo de bandoneón y amaneceres lentamente multicolores

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19.3.09

De porteños, escándalos y calles adoquinadas.

Hay una condición macabramente circense en la actitud porteña que percibo desde días antes de aterrizar acá. Yo, que soy un tipo al que poco se recomienda tomar en serio, logré superponer la secuencia final de la versión Disney de Pinocho a mis paseos por Corrientes o Santa Fé a las dos de la mañana.

Ese tono a veces exagerado de las risas y las maneras nocturnas de una sociedad ofrece al extranjero una diametralmente distinta costumbre cultural a la del resto del continente que no se anuncia en folletos.

Aquí uno pronto aprende a caminar con ciertos miramientos por las adoquinadas aceras. Charquitos furtivos y misteriosos pueden saltar de debajo de las baldosas flojas. Empaparse no es el problema, el asunto es no saber con qué.

Son esos pequeños misterios de la bomba de tiempo que es Buenos Aires. Que pasa de la elegancia parsimoniosa del andar, al duelo a trompadas puramente callejero en fracciones de segundo.

Es una gran capital que tiene su propio estilo para ahogarte como todas sus congéneres; partiendo del imaginario costumbrista que creemos milenario sin serlo pero que en la práctica social, es casi tan estricto e implacable como un emperador japonés.

Buenos Aires. Mayo 2007.

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