31.7.05

El Bárbaro del ritmo


Eran días distintos. Todavía Pacheco no se había juntado con Massuci, el asunto se venía gestando desde muchos sitios pero todavía no aparecían las grandes orquestas All Stars ni mucho menos se había acuñado el término “salsa” con el que años después clasificaríamos a una decena de ritmos distintos.

Eran días distintos. En Cali lo que interesaba si uno tenia entre 14 y 17 era ir a los matinés en gallada (léase: combo, patota, grupo) para bailar antes de ver El Santo contra los zombies por onceava vez. Los baretos se armaban con las noticias del fin de semana pasado y la luz apagada del cine escondía manos impacientes por sentir la piel sudada por el infernal calor de la sala.

Eran días distintos. Aún no aparecía la coca que aceleraba el son cuero y bogaloo generalmente en 45 rpm y no a 33. Eran días distintos. El rock and roll ni se asomaba a la esquina porque no lo necesitábamos. Era suficiente alucinar con los ritmos acompasados por el bongó y los pregones de señores de sombrero blanco bajados de las sierras de las islas caribeñas, que nos contaban de sus desamores y de la fiesta de dos semanas que hizo un vecino de apellido Herrera cuando le pagaron su salario y su mujer no quiso dormir mas con él por que lo daba por muerto.

Eran días distintos. No se había incendiado el 23 y la señorita que trajiste anoche a la casa no pedía salchichas con huevo para desayunar. Los días terminaban casi igual que como comenzaban. El ron fluía en mayor cantidad que el agua potable por que se fabricaba casi en cualquier parte.

Eran días distintos. La extravagancia no había sido pagada por los ricos asiduos a los cabarets. Todo lo que le hacía falta a un pueblo para existir era un alcalde, un cura, un policía; y quien tocara el tres y el bongó al lado de un señor sonero.

Eran días distintos. Aún nuestras estrellas no hacían jazz después de tocar en The Cheetah (NYC)

Sólo para que sepan que no me estoy quejando. Es un asunto de diferenciar, como dije, antes de que llamáramos salsa a casi todo, lo que sucedía y como no se le hace honor a quien honor merece. Un asunto de evolución.

Recuerdo uno de esos días en los que mi papá regresaba de sus viajes de Cúcuta. Siempre que regresaba no había manera de saber que chécheres nuevos iba a traer. Allá se especializan en piratear todo lo que exista sobre la tierra y si no lo tienen de contrabando seguro tienen una versión pirata. Lo que yo no sabía era que llegaba de Caracas y había encontrado una verdadera joya debajo del puente de fuerzas armadas, cerca de la hoyada. La historia de la salsa brava. Nueve discos compactos compilados por algún desocupado apasionado de la música afro latina, con cosas que yo nunca había escuchado, desde una versión de Eleanor Rigby hasta canciones de Eddie Palmieri (Eddie, no Charlie) y su charanga duboney.

Ahora a Ismael Rivera le dicen el sonero mayor, pero sin decir que se robó el título debemos en este blog (pocas veces veraz, objetivo y oportuno) hacerle justicia al sonero mayor y mas grande de todos los tiempos y cantante cubano descendiente de Ta Ramón Gundo Paredes, hijo de un rey del Congo traído como esclavo en la época colonial. Benny Moré a poco más de 42 años de su muerte.

Alguna vez leí un artículo en zonagirante acerca de esta espinosa disputa, ahora el artículo desapareció por causas que desconozco.

"Era todo un showman, y fué el mas grande de todos. Ninguno le ha llegado cerca. Compay Segundo"


Búsqueda en google para Benny Moré.
Wikipedia en inglés Benny Moré (nada en español, ¿algún desocupado que lo traduzca?)

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