Unas temporadas arrancan mas rápido que otras. Vos, solo te arremolinás en el café entre el humo de los cigarros a ver las cosas a la distancia, haciéndole caso omiso a los comentarios del tipo del lado que no se cansa de decir que los galácticos esto que los galácticos lo otro. El juego se va diluyendo en pequeñeces, una película, el llorón del comentarista que no sabe como alagar el juego de un ridículo equipo que no hace sino aguantar atrás mas estáticos y defensivos que los guerreros de xian. Dice el comentarista pago con entrevistas exclusivas, que el juego es prudente, que es usar la inteligencia, y yo digo que he visto a muchos hombres inteligentes correr y hacer maravillas.
Bastan dos semanas para que apagués todo tu pesimismo en el mismo cenicero que estás ocupando ahora mismo. Así nomás vuelves a creer. Desconfiadamente y con recelo miras nominas que no conoces. De tajo han renovado todo eso que antes te sabías de memoria en cada situación de juego y que nunca fue como tu quisiste que fuera en esos momentos apremiantes donde vociferabas los cambios desde el inicio del segundo tiempo y las paletas del cuarto arbitro decían algo diferente.
Dos partidos a veces son suficientes para que menees la cabeza como preguntándote si puede ser verdad ese estúpido optimismo que sentís por dentro. ¿En serio funcionaría? y dices una vez mas, - a que sí, ya tenemos suficiente tiempo sin ganar algo ¿no?. Se viene el baúl de las frases tontas y desteñidas que no aguantan un titular mas; la de que seis puntos no son nada, los equipos al inicio de temporada están tiesos todavía y demás sandeces; que debemos esperar, que hay que ir paso a paso, por favor muchachos no nos pongan todavía de candidatos ché. No te terminas de convencer, por otro lado esos seis puntos pudieron ser una casualidad en la gigantesca cadena de injusticias y robos del arbitro que se vendrá esta temporada de nuevo.
Pero no, todavía no te resignás. Repasas las otras nominas mientras suena un gritón que se cree un periodista gracioso en la pantalla y hace bromas con doble sentido a la nena que desgraciadamente lo acompaña y te das cuenta que puede llegar a ser cierto. Bueno al fin ¿no?.
Seguís sacando cuentas y encontrás miles de excusas y peros. Con cada una haces un intento de inclinar la balanza hacia el lado inevitable, siempre trágico, hacia tu mente perdedora y pesimista. Pero ni todas las razones del mundo pueden apagar el tonto optimismo que ha invadido tu cara. Si, es oficial, caminas por ahí con cara de que este año si sucederá.
Hace falta muy poco para animar este tipo de conclusiones. Al pelao se le apareció la virgen mientras veía el centro describir una parábola en el aire, cerró los ojos e imitó el movimiento que a tantos ídolos vio hacer por televisión y el grito de gol de la tribuna le había estallado como una bomba en los tímpanos. Era gol. Te acordás del momento y decís una vez mas que este año tal vez suceda de (por fin) de nuevo.
Prendés otro cigarrillo y el insolente de la TV no se cansa de sus truquitos de doble sentido que no divierten sino al productor. El tipo de al lado todavía con el galáctico y Figo. Que si lo bancó, que quien tiene la culpa ¡ bah ! Que va a saber ese que nunca ha querido a un equipo.
Hace falta tan poco para que vuelvas a creer, y pensándolo bien hace falta tanto para que te digan: hasta el otro torneo.
Leíste hasta le cansancio las previas de los partidos de preparación. Las entrevistas en las que el profe repartía mas dudas que un periodista (ah si, estos periodistas a veces ni preguntan, acusan) acerca del once que va a formar y hablaba con excusas por delante. Y aun así crees que aún puede seguir sucediendo como en los viejos tiempos, ocho títulos de un tirón.
Que les den borojó y chontaduro.
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