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EL PIRÓMANO.
P.J. Pisanu.
A mí mismo, el ser más ardiente
que he conocido, el único capaz
de comprender mis ansias de fuego.
Inspirado fuertemente pos las películas de tendencias incendiarias como Lo Que El Viento Se Llevo, Al Rojo Vivo, Infierno En La Torre y Fahrenheit 451, salí con grandes deseos de imitar todo lo visto en la pantalla. Nadie imaginaria el delirio gozoso que me produjo ver arder y destruirse la biblioteca medieval de una abadía en El Nombre De La Rosa.
Mis ansias de pirómano disoluto se desataron de una manera incontenible. Empecé por quemar los pocos libros que tenia, porque yo odiaba los libros y en especial la literatura por encontrarla sosa, aburrida, meningítica y en algunos casos hasta oligofrénica.
Mi historial clínico como pirómano se remontaba a una infancia llena de fuegos inocentes. Conocí la existencia del fuego por un tío degenerado que tuve, llamado Prometeo. Me regaló un encendedor con el cual me inicié quemándole un vestido a una muñeca de mi hermana. Posteriormente incendie la muñeca como ritual de sacrifico a uno de esos dioses infantiles que inventé. El resto
P.J. Pisanu. Tovar. Edo. Mérida Venezuela. 1962. Licenciado en Letras por la Universidad de Los Andes. Narrador. Ha publicado algunos cuentos en antologías del Táchira. Este cuento forma parte del libro El Diario de Brom y otros relatos (1998) editado por el Fondo Editorial Toituna.
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