"Vea usted, es el colmo!" decía con indignación mi vecina que había sido invitada al sancocho de año nuevo de mi casa. Se refería a la desgracia que vivía su reconocida familia plagada de laureadísimos reporteros. Al niño y heredero de la familia le había dado por escribir para publicaciones independientes que aparecen solo en intetnet. La preocupación era evidente en su rostro, ¿ que sería de a manera políticamente correcta del diario de la familia para tratar los asuntos de la vida nacional?.
Es un caos dicen los viejos curtidos en el oficio, y habían dado en el clavo era el caos que se precisaba para la revolución en curso. (tengo que repetir la cita de vattimo???...... y la de las putas de capote???)
Era cuestión de tiempo. No podía pasar algo de menor calibre con todos esos nerds suburbanos que exploraban las BBS, y endeudaban a sus padres con las cuentas de las llamadas interestatales. Era un asunto de tiempo, ni los mismísimos periódicos lograron agarrar el paso.
Antes de un conflicto de intereses, era un asunto de acceso. Poco a poco y con la información adecuada, se podía llegar a donde sea. Primero unos cuantos privilegiados fanáticos (en la era webdospuntocero les gusta hacerse llamar geeks) de los modems acústicos y luego casi cualquiera que pudiera señalar y hacer click.
Ahora se puede decir que es infinito el paralelismo de temas cuyas versiones se cuentan por millares pero cuyo lenguaje se constituye en esferas con lenguaje propio, renovándose con automatismo pasmante.
Los aterrorizados editores se daban cuenta del grave desacuerdo que campeaba por las sendas digitales. Cualquiera que supiera señalar y hacer click podía reproducir su versión de los hechos, particularmente masticada.
“¡Vea usted que es el colmo, cualquier iletrado no puede andar reclamando atención de buenas a primeras!”. Pero contrario a lo que los apocalípticos pudieran esperar el grueso de las voces disidentes lograron consolidar voces autoridades en la nueva esfera, auto-emergidas de los rankings algorítmicos del nuevo jefe. Lograron mediante su propia experiencia, demostrar que el análisis crítico (aleatorio) del entorno, constituía una mejor fuente de información que las cinco clásicas premisas hacia la brevedad y elocuencia (así no dejaron de ser breves o brevísimos).
“¡Vea usted que es el colmo!” ahora las putas caminan campantes con la frente en alto acusando, señalando y vendiendo su satisfacción no al mejor postor sino al que le parezca.
Son nuevas formas que se renuevan y prueban los límtes de la comunicación con cada hiperenlace. Lejos de amenazar al establecimiento (el establecimiento se amenaza a si mismo con sus lloriqueos) nuestro ejercito de freelancers se conforma con señalar la desnudez de unos cuantos reyes enceguecidos.
Muchos de los precursores del nuevo periodismo palidecerían al ver los resultados. Es como ver un diario que nunca acaba y que con cada frase te puede hacer sentir la sangre en el asfalto o las margaritas de primavera en Copenhagen.
Pero... ¿a donde nos lleva el hermoso caos? ¿Cuales son los límites de la vergüenza virtual?
Antes de la fascinación por las sociedades urbanas y el redescubrimiento de la iconografía popular, está la revolución en la construcción del párrafo y la inclusión de segundas versiones, el cortapega abusivo e inclusivo.
Los límites son difíciles de comprobar. Antes de poder consolidarte, amablemente probaran tus falencias y deberás empezar de cero. Todos a su vez se preguntan como sobrevivir cuando se comparte en lugar de vender. Como hacer honor al público que puso en el mapa a los desabridos informadores de querty que dicen y dicen sin reparar en consecuencias.
¿Quedará marcado para siempre el consumo y la producción cultural?
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