En Latinoamérica asistimos a la nueva era de la política de izquierda. Uno podría pensar que el tiempo se ha regresado unas décadas y esta vez Allende ha logrado empujar con eficacia al continente hacia la búsqueda del socialismo.
Hay un problema básico en todo esto. Obstinado que soy, no logro creer las palabras encendidas que desde podios multitudinarios reclaman el renacimiento de la revolución.
Para empezar, detengámonos en el grupo que encabeza el asunto. Felices debemos estar eso si, pues mas variopinto e interesante no puede ser. Tenemos caudillos militares que luchan a grito partido contra los fantasmas del neoliberalismo, sindicalistas prudentes acusado de liberales, un despistado que cayó en la silla presidencial después de un golpe y que proclama ideas pro-nacionales, otro que logró estar en su puesto mas de una semana y con esto se anoto un “al menos lo intenta” y el recién llegado al clan, que agradece tan amplio recibimiento de parte de sus colegas continentales.
Debo anotarle un punto a Estados Unidos (o a Irak, aún no me decido) por ser mas prudente que en tiempos en los que veíamos golpes de estado en blanco y negro. No se que cara ponen en la oficina oval, cuando observan el cuadro que se les viene encima, cinco naciones muy cerca una de la otra proclamando reivindicaciones sociales e independentistas y levantando puños con insinuaciones bolivarianas y/o revolucionarias, pero de una manera u otra han sabido quedarse afuera o como dije antes mantenerse ocupados jugando al escondite con árabes fundamentalistas.
Tarde o temprano algo así iba a suceder y al contrario de lo que podrían pensar algunos de ustedes aun no me decido entre pensar si esto es bueno o malo. En primer lugar de algo estoy muy seguro, los líderes de nuestro pintoresco G-5, desconfían a muerte unos de otros pero aprovechan en gran medida la publicidad mutua que se dan. Algunos asienten tranquilamente mientras otros amenazan al imperio, unos desgarran sus cuerdas vocales mientras otros organizan multitudinarios foros para reflexionar acerca de el nuevo orden que se debe establecer en la economía mundial.
No se como comenzó la epidemia, unos dirán que el pueblo se cansó y está votando para castigar a sus partidos tradicionales, pero sin duda algo estaba funcionando mal en el engranaje de las democracias suramericanas. Lo que mas me preocupa con el nacimiento de nuestro G-5 es la ínfulas que añade esto a nuestros ya insoportables prometedores de oficio.
Ellos, en serio, creen que están llevando a cabo un sueño que muchos creyeron perdido. He visto como de la noche a la mañana muchos desempolvan su parafernalia ideológica mientras dicen “intentémoslo una vez mas” y practican de nuevo sus discursos evangelizadores, que habían dejado de usar cuando se dieron cuenta que no serían capaces de morir por la patria y necesitaban alimentar a su familias. Me refiero a quienes militaron en las filas de la romántica utopía socialista de los años 60 y 70. Me agrada que se sientan jóvenes de nuevo y que tengan esperanzas de salvar nuestro subcontinente, pero me preocupa que estén siendo víctimas de unos pillos adictos al snobismo que causó el tan famoso “por ahora" del teniente coronel.
Treinta años después alguien regresará a reclamar la memoria de la revolución, y esta vez tampoco sabré si confiarles el color de mis ideas.
*Mencioné que tengo la impresión de que Navarro Wolf solo está esperando a que se muera Marulanda para dar el paso definitivo hacia una candidatura presidencial en Colombia. ¿Le tendrá miedo o cierto respeto? En cualquier caso Marulanda es ya, el viejito mas terco y duro de la historia colombiana.
Lo dicho... en mi opinión.
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Hay un problema básico en todo esto. Obstinado que soy, no logro creer las palabras encendidas que desde podios multitudinarios reclaman el renacimiento de la revolución.
Para empezar, detengámonos en el grupo que encabeza el asunto. Felices debemos estar eso si, pues mas variopinto e interesante no puede ser. Tenemos caudillos militares que luchan a grito partido contra los fantasmas del neoliberalismo, sindicalistas prudentes acusado de liberales, un despistado que cayó en la silla presidencial después de un golpe y que proclama ideas pro-nacionales, otro que logró estar en su puesto mas de una semana y con esto se anoto un “al menos lo intenta” y el recién llegado al clan, que agradece tan amplio recibimiento de parte de sus colegas continentales.
Debo anotarle un punto a Estados Unidos (o a Irak, aún no me decido) por ser mas prudente que en tiempos en los que veíamos golpes de estado en blanco y negro. No se que cara ponen en la oficina oval, cuando observan el cuadro que se les viene encima, cinco naciones muy cerca una de la otra proclamando reivindicaciones sociales e independentistas y levantando puños con insinuaciones bolivarianas y/o revolucionarias, pero de una manera u otra han sabido quedarse afuera o como dije antes mantenerse ocupados jugando al escondite con árabes fundamentalistas.
Tarde o temprano algo así iba a suceder y al contrario de lo que podrían pensar algunos de ustedes aun no me decido entre pensar si esto es bueno o malo. En primer lugar de algo estoy muy seguro, los líderes de nuestro pintoresco G-5, desconfían a muerte unos de otros pero aprovechan en gran medida la publicidad mutua que se dan. Algunos asienten tranquilamente mientras otros amenazan al imperio, unos desgarran sus cuerdas vocales mientras otros organizan multitudinarios foros para reflexionar acerca de el nuevo orden que se debe establecer en la economía mundial.
No se como comenzó la epidemia, unos dirán que el pueblo se cansó y está votando para castigar a sus partidos tradicionales, pero sin duda algo estaba funcionando mal en el engranaje de las democracias suramericanas. Lo que mas me preocupa con el nacimiento de nuestro G-5 es la ínfulas que añade esto a nuestros ya insoportables prometedores de oficio.
Ellos, en serio, creen que están llevando a cabo un sueño que muchos creyeron perdido. He visto como de la noche a la mañana muchos desempolvan su parafernalia ideológica mientras dicen “intentémoslo una vez mas” y practican de nuevo sus discursos evangelizadores, que habían dejado de usar cuando se dieron cuenta que no serían capaces de morir por la patria y necesitaban alimentar a su familias. Me refiero a quienes militaron en las filas de la romántica utopía socialista de los años 60 y 70. Me agrada que se sientan jóvenes de nuevo y que tengan esperanzas de salvar nuestro subcontinente, pero me preocupa que estén siendo víctimas de unos pillos adictos al snobismo que causó el tan famoso “por ahora" del teniente coronel.
Treinta años después alguien regresará a reclamar la memoria de la revolución, y esta vez tampoco sabré si confiarles el color de mis ideas.
*Mencioné que tengo la impresión de que Navarro Wolf solo está esperando a que se muera Marulanda para dar el paso definitivo hacia una candidatura presidencial en Colombia. ¿Le tendrá miedo o cierto respeto? En cualquier caso Marulanda es ya, el viejito mas terco y duro de la historia colombiana.
Lo dicho... en mi opinión.
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