Fué haber caminado tantas veces de noche ante el peligro. Fué haberse puesto a pensar que podía sacarla de raiz. Pero estuvo ahí, sentada en una burbuja, igual que la última vez.
21.10.09
Así un día, se topó con quien no pensaba encontrarse nunca mas. Alguien que desde hace mucho ya se había evaporado de sus adolescentes nostalgias.
Fué haber caminado tantas veces de noche ante el peligro. Fué haberse puesto a pensar que podía sacarla de raiz. Pero estuvo ahí, sentada en una burbuja, igual que la última vez.
Fué haber caminado tantas veces de noche ante el peligro. Fué haberse puesto a pensar que podía sacarla de raiz. Pero estuvo ahí, sentada en una burbuja, igual que la última vez.
3.4.09
30.3.09
Lista de inútiles (3)
* Puntuar canciones en iTunes.
* El campo "género"
* Intentar llegar temprano.
* Intentar llegar temprano y de buen humor.
* Los virales.
* Las redes sociales.
* Las quejas.
* Las estadísticas.
* Los porcentajes.
* Los bloggers.
* Listas con un número predeterminado de items.
* El trabajo honesto.
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* El campo "género"
* Intentar llegar temprano.
* Intentar llegar temprano y de buen humor.
* Los virales.
* Las redes sociales.
* Las quejas.
* Las estadísticas.
* Los porcentajes.
* Los bloggers.
* Listas con un número predeterminado de items.
* El trabajo honesto.
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Etiquetas: lista de inutiles.
23.3.09
Buenos Aires. Capitulo final
Es la imagen mil veces repetida del tipo de cabellos lustrosos pegados al cráneo. De ademanes cuidadosos hasta para pedir un café. Como si no quisiera decirlo del todo pero exigiendo que sea como el de todos los días. Vestido de implacable negro, costumbre de glorias ajenas exceptuando las películas tangueras, que nunca vimos, pero recordamos de algún lado. Que se muere de la impaciencia pero asomando un trágico punto de observación mas bien inexorable, que se debe cumplir quiera o no.
Es la imagen repetida mil veces de la vieja rubia de voz ronca y musical. Colorada, empaquetada en joyas doradas, empuñando cigarrillos delgados y marrones, riendo en tono lúdico y gozón, queriendo perder la cordura entre burbujas de champán de calidad imaginaria.
Es una ciudad orgullosa de su lucha por no ser lo que es, defendiendo la causa de su propio caos. Defendiendo su propio uso social, lleno de códigos y conductas aceptables pero con una lista inmensa de otros no tanto. Todos intentando ejercer de guapos de barrio, defendiendo milímetros de espacio común, aterrados desde la ventana, por ver como se desmorona la ilusión de lo que no pudo ser.
Una ciudad que vocifera su elegancia con gritos e insultos en lunfardo. Con voz de barra brava y montonero. Con pose de saber mas de lo que sabe, de tener mas de lo que tiene. Silenciosamente xenófoba.
El "así ya no se puede" y "hasta cuando estos hijos de puta" desangra la pasión con la que se enfrenta cada día. El tedio se mata con titulares repetidos, que se cruzan en las esquinas haciendo no-noticias exaltadas a escándalos con su eslogan propio.
Buenos Aires indecisa del orgullo, invadida con páneles de expertos en nada, gritando por todo cuanto sucede o no sucede.
Entender lo que sucede no es el caso del bonairense. No cabe en consideraciones, no es el motivo buscar la razón. El aguante diario intoxica todas las esferas del vivir, del ser ciudad. Buenos Aires se reescribe generación tras generación como si Mario Puzo lo hubiera pensado antes, con fondo de bandoneón y amaneceres lentamente multicolores
Es la imagen repetida mil veces de la vieja rubia de voz ronca y musical. Colorada, empaquetada en joyas doradas, empuñando cigarrillos delgados y marrones, riendo en tono lúdico y gozón, queriendo perder la cordura entre burbujas de champán de calidad imaginaria.
Es una ciudad orgullosa de su lucha por no ser lo que es, defendiendo la causa de su propio caos. Defendiendo su propio uso social, lleno de códigos y conductas aceptables pero con una lista inmensa de otros no tanto. Todos intentando ejercer de guapos de barrio, defendiendo milímetros de espacio común, aterrados desde la ventana, por ver como se desmorona la ilusión de lo que no pudo ser.
Una ciudad que vocifera su elegancia con gritos e insultos en lunfardo. Con voz de barra brava y montonero. Con pose de saber mas de lo que sabe, de tener mas de lo que tiene. Silenciosamente xenófoba.
El "así ya no se puede" y "hasta cuando estos hijos de puta" desangra la pasión con la que se enfrenta cada día. El tedio se mata con titulares repetidos, que se cruzan en las esquinas haciendo no-noticias exaltadas a escándalos con su eslogan propio.
Buenos Aires indecisa del orgullo, invadida con páneles de expertos en nada, gritando por todo cuanto sucede o no sucede.
Entender lo que sucede no es el caso del bonairense. No cabe en consideraciones, no es el motivo buscar la razón. El aguante diario intoxica todas las esferas del vivir, del ser ciudad. Buenos Aires se reescribe generación tras generación como si Mario Puzo lo hubiera pensado antes, con fondo de bandoneón y amaneceres lentamente multicolores
Etiquetas: buenos aires, mario puzo
19.3.09
De porteños, escándalos y calles adoquinadas.
Hay una condición macabramente circense en la actitud porteña que percibo desde días antes de aterrizar acá. Yo, que soy un tipo al que poco se recomienda tomar en serio, logré superponer la secuencia final de la versión Disney de Pinocho a mis paseos por Corrientes o Santa Fé a las dos de la mañana.
Ese tono a veces exagerado de las risas y las maneras nocturnas de una sociedad ofrece al extranjero una diametralmente distinta costumbre cultural a la del resto del continente que no se anuncia en folletos.
Aquí uno pronto aprende a caminar con ciertos miramientos por las adoquinadas aceras. Charquitos furtivos y misteriosos pueden saltar de debajo de las baldosas flojas. Empaparse no es el problema, el asunto es no saber con qué.
Son esos pequeños misterios de la bomba de tiempo que es Buenos Aires. Que pasa de la elegancia parsimoniosa del andar, al duelo a trompadas puramente callejero en fracciones de segundo.
Es una gran capital que tiene su propio estilo para ahogarte como todas sus congéneres; partiendo del imaginario costumbrista que creemos milenario sin serlo pero que en la práctica social, es casi tan estricto e implacable como un emperador japonés.
Buenos Aires. Mayo 2007.
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Ese tono a veces exagerado de las risas y las maneras nocturnas de una sociedad ofrece al extranjero una diametralmente distinta costumbre cultural a la del resto del continente que no se anuncia en folletos.
Aquí uno pronto aprende a caminar con ciertos miramientos por las adoquinadas aceras. Charquitos furtivos y misteriosos pueden saltar de debajo de las baldosas flojas. Empaparse no es el problema, el asunto es no saber con qué.
Son esos pequeños misterios de la bomba de tiempo que es Buenos Aires. Que pasa de la elegancia parsimoniosa del andar, al duelo a trompadas puramente callejero en fracciones de segundo.
Es una gran capital que tiene su propio estilo para ahogarte como todas sus congéneres; partiendo del imaginario costumbrista que creemos milenario sin serlo pero que en la práctica social, es casi tan estricto e implacable como un emperador japonés.
Buenos Aires. Mayo 2007.
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Etiquetas: buenos aires
6.6.07
La dama del salón.
Otra cronica sin final, entorpecida por el alcohol
Esta extraña figura había tomado la mesa de uno de los extremos del café desde el que se podía apreciar el resto del establecimiento con claridad a pesar de estar sumido en la penumbra. Era un rincón discreto, bajo las escaleras que conducían hacia el piso superior, reservado para la mafia coreana.
Delgada hasta los huesos, sus carnes se aferraban al cuerpo templados como obra de un curtidor experimentado, de los que hacen de tripas corazón. La imagen antes de ser desagradable proporcionaba un velo de misterio digno de ser escrutado. Su cabellera rubia resplandecía entre la pobre iluminación del rincón donde ocupaba su pequeña mesa. Por instantes, el brillo de los grisáceos ojos atravesaban los elegantes círculos de humo que salían de los carnosos labios aferrados a su cara trepando por el haz de luz del cansado bombillo. Fumaba cigarrillos de tabaco negro, delgados, que sujetaba entre el índice y el pulgar. A un lado del cenicero de piedra que coronaba la discreta mesa, había una copa de vino tinto, imperturbable como una laguna que no había visto interrumpida la tranquilidad de sus aguas en mil años. La escena se supeditaba a un tipo de parsimonia acorde con el ritmo del café a esa hora.
A medio ocupar, las mesas restantes contaban entre sus habitantes despistados trasnochadores entregados a la lentitud del minutero que pereceaba entre vuelta y vuelta a los numeritos romanos del relojito barato del café. En una, había un suicida o un tipo con cara de que se iba a matar nada mas al salir, que redactaba cartas de promesas desesperadas en compañía de un vaso de whiskey seco que jamás sería pagado. A su lado, dos catalanes bramaban insultos contra Franco mientras agotaban la reserva de jerez barato del local. Cerca de la puerta, dos estudiantes de filosofía discutían argumentos existenciales irreconciliables sin aparente concordancia, trasnochados por el ácido lisérgico con el que endulzaban tazas de café mas negro que la noche mas negra. En una esquina, al lado de un espejo un borrachito contaba por enésima vez las monedas pasadas de circulación mientras insultaba las efiges grabadas en ellas al tiempo que las blandía amenazante contra el mozo que pasaba cada tanto por su lado.
Del piso superior, bajaban tres chinos gritando en cantonés, canciones maoístas cagados de la risa. El atorrante escándalo de sus coloridas vestimentas alteró el parsimonioso ritmo del salón, sus manoteos cortaban el camino del humo al cielo, marchitaron los dorados barandales de la barra y arrugaron el terciopelo escarlata de las cortinas. El brillo de los dientes de oro se esfumó al abrir la puerta con manijas de madera con leones rugientes tallados en tiempos mas cuidadosos y el estruendo de la lluvia se tragó aquél escándalo para restaurar el orden de la sala.
Cada tanto yo ojeaba sin atención los periódicos desparramados en la barra mirando mi trago y suplicándole que alargara su duración y intensificara su efecto. Sobre una de las neveras había un televisor mudo, de pantalla curva y opaca que pasaba los goles de la jornada anterior. Apenas pude reparar en la triste situación, obras maestras que silenciadas, sin la compañía del rugido que bajaba de las tribunas, nunca tanta furia había sido contenida por el cristal de una pantalla.
Los relampagueantes ojos de la dama del rincón, salieron de la penumbra por un instante interrumpiendo la danza del humo hacia la luz para dejarse ver por primera vez en horas. Parecía que algo o alguien la inquietaba y deseaba prestar mas atención al insípido detalle. Su rostro afilado se alcanzó a ver entre las líneas de los puntiagudos pómulos y una nariz que bien podría necesitar sostener entre las manos para que no atrajera por fuerza de la gravedad el resto de la cara. El tiempo, detenido como estaba, tuvo la elegancia de contener el aliento, expectante a los movimientos que configuraron la escena debajo de la escalera del rincón. Un índice delgado y arqueado hizo una leve seña al mozo de la barra, seña que todos vimos, pues aquellos movimientos silenciosos parecían haber cambiado el sentido de la circulación del aire, haciéndonos posar a todos por un instante la mirada en aquel rincón.
El mozo se apremió hacia el rincón e intercambió un par de palabras con la delgada dama. El aire circuló de nuevo en el sentido de las manecillas del reloj y el tiempo respiró aliviado después de su momentánea detención y todos en la sala regresamos a nuestra rutina forzosa, silenciosos como podíamos estar, sumidos en el tintineo atorrante del hielo contra las copas que nos arrullaba sin dejarnos cerrar los ojos.
Inocente a la conspiración, le daba una mirada mas a mi vaso de ron suplicándole que se multiplicara, conjurando miles de preguntas acerca de la dama del rincón, preguntas confusas, sin sentido, superpuestas unas sobre otras que de haberme acercado a aquél misterioso recoveco me habrían dejado como un disléxico con ínfulas de conquistador, inconsciente de su lamentable condición.
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Esta extraña figura había tomado la mesa de uno de los extremos del café desde el que se podía apreciar el resto del establecimiento con claridad a pesar de estar sumido en la penumbra. Era un rincón discreto, bajo las escaleras que conducían hacia el piso superior, reservado para la mafia coreana.
Delgada hasta los huesos, sus carnes se aferraban al cuerpo templados como obra de un curtidor experimentado, de los que hacen de tripas corazón. La imagen antes de ser desagradable proporcionaba un velo de misterio digno de ser escrutado. Su cabellera rubia resplandecía entre la pobre iluminación del rincón donde ocupaba su pequeña mesa. Por instantes, el brillo de los grisáceos ojos atravesaban los elegantes círculos de humo que salían de los carnosos labios aferrados a su cara trepando por el haz de luz del cansado bombillo. Fumaba cigarrillos de tabaco negro, delgados, que sujetaba entre el índice y el pulgar. A un lado del cenicero de piedra que coronaba la discreta mesa, había una copa de vino tinto, imperturbable como una laguna que no había visto interrumpida la tranquilidad de sus aguas en mil años. La escena se supeditaba a un tipo de parsimonia acorde con el ritmo del café a esa hora.
A medio ocupar, las mesas restantes contaban entre sus habitantes despistados trasnochadores entregados a la lentitud del minutero que pereceaba entre vuelta y vuelta a los numeritos romanos del relojito barato del café. En una, había un suicida o un tipo con cara de que se iba a matar nada mas al salir, que redactaba cartas de promesas desesperadas en compañía de un vaso de whiskey seco que jamás sería pagado. A su lado, dos catalanes bramaban insultos contra Franco mientras agotaban la reserva de jerez barato del local. Cerca de la puerta, dos estudiantes de filosofía discutían argumentos existenciales irreconciliables sin aparente concordancia, trasnochados por el ácido lisérgico con el que endulzaban tazas de café mas negro que la noche mas negra. En una esquina, al lado de un espejo un borrachito contaba por enésima vez las monedas pasadas de circulación mientras insultaba las efiges grabadas en ellas al tiempo que las blandía amenazante contra el mozo que pasaba cada tanto por su lado.
Del piso superior, bajaban tres chinos gritando en cantonés, canciones maoístas cagados de la risa. El atorrante escándalo de sus coloridas vestimentas alteró el parsimonioso ritmo del salón, sus manoteos cortaban el camino del humo al cielo, marchitaron los dorados barandales de la barra y arrugaron el terciopelo escarlata de las cortinas. El brillo de los dientes de oro se esfumó al abrir la puerta con manijas de madera con leones rugientes tallados en tiempos mas cuidadosos y el estruendo de la lluvia se tragó aquél escándalo para restaurar el orden de la sala.
Cada tanto yo ojeaba sin atención los periódicos desparramados en la barra mirando mi trago y suplicándole que alargara su duración y intensificara su efecto. Sobre una de las neveras había un televisor mudo, de pantalla curva y opaca que pasaba los goles de la jornada anterior. Apenas pude reparar en la triste situación, obras maestras que silenciadas, sin la compañía del rugido que bajaba de las tribunas, nunca tanta furia había sido contenida por el cristal de una pantalla.
Los relampagueantes ojos de la dama del rincón, salieron de la penumbra por un instante interrumpiendo la danza del humo hacia la luz para dejarse ver por primera vez en horas. Parecía que algo o alguien la inquietaba y deseaba prestar mas atención al insípido detalle. Su rostro afilado se alcanzó a ver entre las líneas de los puntiagudos pómulos y una nariz que bien podría necesitar sostener entre las manos para que no atrajera por fuerza de la gravedad el resto de la cara. El tiempo, detenido como estaba, tuvo la elegancia de contener el aliento, expectante a los movimientos que configuraron la escena debajo de la escalera del rincón. Un índice delgado y arqueado hizo una leve seña al mozo de la barra, seña que todos vimos, pues aquellos movimientos silenciosos parecían haber cambiado el sentido de la circulación del aire, haciéndonos posar a todos por un instante la mirada en aquel rincón.
El mozo se apremió hacia el rincón e intercambió un par de palabras con la delgada dama. El aire circuló de nuevo en el sentido de las manecillas del reloj y el tiempo respiró aliviado después de su momentánea detención y todos en la sala regresamos a nuestra rutina forzosa, silenciosos como podíamos estar, sumidos en el tintineo atorrante del hielo contra las copas que nos arrullaba sin dejarnos cerrar los ojos.
Inocente a la conspiración, le daba una mirada mas a mi vaso de ron suplicándole que se multiplicara, conjurando miles de preguntas acerca de la dama del rincón, preguntas confusas, sin sentido, superpuestas unas sobre otras que de haberme acercado a aquél misterioso recoveco me habrían dejado como un disléxico con ínfulas de conquistador, inconsciente de su lamentable condición.
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11.5.07
Dead blog hall.
Dead man tell no tales, reza la suerte de conjuro gangster que se encarga de sentenciar el destino de soplones y cobardes delincuentes de monta rebajada. Tus palabras no las escuchará nadie si estás enterrado y dos metros bajo tierra, ataviado con riguroso traje negro, corbata color carmín, un poco de rubor para ocultar el paso por la morgue, un anillo que corona los entrelazados dedos de las manos y perfume que ocultase el formol por el que te cambiaron las tripas. Ahí el muerto yace en paz. Duerme como nunca nadie ha dormido sobre la tierra, en posición mas temida de todas (tal vez por eso inconcientemente nadie duerma así).
Si nuestro muerto se despertara, digamos, cada dos meses y comenzara a lanzar rasguños, maldiciones, gritos y patadas, caben muy pocas opciones de que sea oído por una multitud que se apremiase a desenterrarlo, cambiarlo de ropas, ataviarlo con unas lujosas y mejores, darle de comer, beber y coger... para luego ser llevado en hombros por la vía pública para entregarle las llaves de la ciudad.
En cambio, cada dos meses resucitará por un par de minutos feliz de volver a la vida, respirar un poco de aire plagado de Co2, se contará los dientes que quedan en su boca, contará los dedos que no se han desprendido y si tiene suerte olerá las flores que algún despistado dejó por equivocación (de los sepultureros, porque no trajo las gafas de leer, por la borrachera) dos metros arriba de su podrida nariz. Lanzará un suspiro desganado y volverá a la negra penumbra de la muerte, satisfecho de que el día que se pegó un tiro en la jeta, pensó firmemente: "me voy jueputa, para no volver nunca mas, adiós mundo desagradecido" no estaba equivocado y ahora mucho menos arrepentido.
Dead Blog makes no Feeds.
Amigos fantasmas visitantes, hagan sus analogías, este weblog poco tiene de log.
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Si nuestro muerto se despertara, digamos, cada dos meses y comenzara a lanzar rasguños, maldiciones, gritos y patadas, caben muy pocas opciones de que sea oído por una multitud que se apremiase a desenterrarlo, cambiarlo de ropas, ataviarlo con unas lujosas y mejores, darle de comer, beber y coger... para luego ser llevado en hombros por la vía pública para entregarle las llaves de la ciudad.
En cambio, cada dos meses resucitará por un par de minutos feliz de volver a la vida, respirar un poco de aire plagado de Co2, se contará los dientes que quedan en su boca, contará los dedos que no se han desprendido y si tiene suerte olerá las flores que algún despistado dejó por equivocación (de los sepultureros, porque no trajo las gafas de leer, por la borrachera) dos metros arriba de su podrida nariz. Lanzará un suspiro desganado y volverá a la negra penumbra de la muerte, satisfecho de que el día que se pegó un tiro en la jeta, pensó firmemente: "me voy jueputa, para no volver nunca mas, adiós mundo desagradecido" no estaba equivocado y ahora mucho menos arrepentido.
Dead Blog makes no Feeds.
Amigos fantasmas visitantes, hagan sus analogías, este weblog poco tiene de log.
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3.4.07
27.3.07
Se va a acabar.
El mundo se va a acabar, otras versiones del fin del mundo. Solo si dejamos de pensar en maneras pesimistas del fin del mundo tal y como lo conocemos. La versión utópica a corto plazo, dominada por al fusión entre Google y Amazon, lanzada bajo el proyecto EPIC, fue la tardía la venganza de los geeks que gracias a los rechazos constantes de las chicas populares ( y posteriormente adictas a la metaanfetaminas ) encaminaron el destino del planeta para que no fuera necesario salir de casa, ordenadores balancearan nuestra dieta diaria cargándola automáticamente a nuestra tarjeta de crédito. Años mas tarde, colonos extra terrestres descubrirían que se hizo imposible salir del hogar en la manera tradicional por el dañino efecto de los rayo solares que pasaban sin control por la atmósfera ahora desprovista de capa de ozono.
Los niños perdidos de Sudán terminaron trabajando en las granjas de oro virtual patrocinadas por Blizzard Entretaiment en algún lugar de Guatemala. En Asia, donde este modelo de explotación se había perfeccionado, un buen día se dieron cuenta que era mas rentable hacer colapsar el mercado mundial de zapatos para viejitos ahora conocidos con el lindo y atractivo nombre "Vans Slip Ons" produciéndolos en cantidades orientalmente masivas (término que significa que un millón no es nada por ser tantos millones allá).
Claro, asumiendo que los nerds que dominan el mundo y andan ahora por ahí montados en sus segways hayan tenido tiempo de planear una venganza mientras competían por armar cubos de rubik.
¿Y yo de que vine a hablar hoy?
Sí, de cuanto me molestan los polos, los extremos, por mas excéntricos y arriesgados que sean. Claro a uno fácilmente lo invade del pesimismo cuando se da cuenta que en la versión en línea de Rolling Stone para Latinoamérica refieren el artículo " Daniel Pinchbeck: el nuevo gurú psicodélico
(Cómo un hijo cínico de padres beatniks usó las drogas,el diablo y el Apocalipsis para crear su propia elite)" a la versión impresa uno se pregunta si realmente este mundo no merece morir (la versión en inglés aquí + ). Si el mercantilismo pretende justificar las portadas plagadas de bombas sexuales pre adolescentes con artículos del nuevo shamanismo exportado desde el Greenwich Village, que al menos nos dejen leer gratuitamente la salvación del regreso de Quetzalcoat antes de que aparezca como "Coming Soon to a theather near you" en el 2012 como dice Daniel en su libro nuevo. Eso o el tratado de libre comercio pretende patentar las mas poderosas drogas sicodélicas que tenemos en el amazonas para luego vendérnoslas en una cajita minimalista diseñada por los discípulos de Steve Jobs.
Este mundo merece morir.
Poscritums.
The Colbert Report con Daniel Pinchbeck.
The Serpent Temple en 21C ( ¿Qué tal una revista con Dj Spooky the subliminal kid como editor?)
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