Sobre la estúpida política de medios de comunicación social que pretenden implantar en Venezuela.
Si usted no es un completo idiota que asiste diariamente al show que ofrecen los medios de comunicación social venezolanos (todos), puedo imaginarme que al menos tendrá una opinión concienzuda acerca de lo que el gobierno del autodenominado redentor de Bolívar, defensor de los derechos humanos y (otra vez autoproclamado) defensor de los derechos de los pobres (que a cambio de puestos de ventas ambulantes regalaron su dignidad) en Latinoamérica llama Ley Resorte (creo que por que ha hecho brincar del susto a mas de uno)y la oposición con sus muñecos lobotomizados de la clase media-alta, ley mordaza.
Es ridículo como un país entero se entrega a los totems idealizados por la TV y la Radio y se lanzan al vacío mientras desde un sitio seguro, sus supuestos redentores, ríen viajando en primera clase.
Como una vez quise hacer entender a un niñito con un maní en la cabeza que cayó preso durante los días de la guarimba, la libertad de expresión que tanto decía defender (mas aún después del lavado de cabeza al que lo sometieron sus compañeros, sufridos presos políticos, que le hicieron creer que él debía ahora levantar la conciencia universitaria, mediante repetitivos discursos que interrumpen las buenas clases y las buenas discusiones sobre aspectos mas relevantes que los gastos presidenciales) venía acompañada del supuesto que todos tenemos capacidad mínima de decidir acerca de las realidades y mentiras, que siempre nos predican desde los estudios que tienen como estándar de 10 a 15 grados centígrados de temperatura, para mejor funcionamiento de su hardware. Es decir, la capacidad que cualquier persona debe tener para determinar si cree o no.
Grave es, señores lectores, que consideremos el bombardeo al que nos vemos rodeados diariamente un acto de fe. No se puede pretender o considerar de alguna manera que autoricemos y demos credibilidad a cualquiera de los personajes que ponen a repetir discursos en los circos políticos de las cinco de la tarde, dependiendo del canal por el que hablan. La libertad de expresión no es un acto de fe, repetimos, como derecho viene acompañado de los consabidos deberes. En este caso creo, humildemente el deber es muy sencillo: piense antes de creer.
Vamos a darle un voto de confianza a las teorías post-modernas. Supongamos que hemos acabado con el misticismo y hemos superado los albores del raciocinio de inicios de la modernidad para establecernos como la sociedad que somete todas sus acciones a los postulados modernos. No podemos actuar como si la linda caja de lucecitas fuera, en lugar de cuadrada, redonda y en lugar de control remoto hubiera una gitana con verruga y lunar incluido manejando los canales.
Por esta misma razón, quienes argumentan que los medios de comunicación necesitan este tipo de regularización en defensa de los niños, niñas y adolescentes realmente nos toman por completos idiotas. Por completos idiotas también nos han tomado los señores que gritan y se someten a los riesgos de la hipertensión cuando predican en las tribunas de opinión, que dicen que vamos camino a la dictadura y que el gobierno solo quiere ocultar lo que realmente está sucediendo.
Dos consideraciones. Una: el sistema democrático está perfectamente diseñado para que nunca sepamos lo que realmente está sucediendo, así que por ese lado no nos debemos preocupar. Otra: que los irresponsables padres dejen la educación de sus hijos en manos de un control remoto significa un control remoto en la cabeza de sus hijos.
Entonces, ¿a donde vamos con todo esto?. Sencillo, al mismo lugar a donde van todas las leyes, al olvido. Realmente no importa mucho el asunto de los horarios, regulado, supervisado y adulto. Igual nos la arreglaremos para seguir vendiendo sexo y odio a cualquier hora. Para eso tenemos a los abogados que justifican todo y a los publicistas que conocen nuestras mentes mejor que todos los siquiatras y sicólogos.
En particular, he estado pendiente de tres asuntos: las sanciones, el equilibrio entre los artistas nacionales e internacionales en la radio y el incomprensible registro de productores independientes.
Las sanciones, realmente exageradas, pueden llevar a la desaparición a las pequeñas televisoras locales y a la mayoría de las radiodifusoras. El asunto es como van a hacer todos al mismo tiempo para no resbalarse si es que alguien se empeña en hacer cumplir esto. (todo amenazas, no creo que lo hagan de verdad).
Según lo que he podido averiguar, se establece que con la entrada en vigencia de la ley las emisoras deben pasar tres horas al día de programación que incluya a artistas nacionales. Bien por eso, pero sigue siendo escaso, el impacto será mínimo.
Con lo del registro de productores independientes me interesa el acceso que esto pueda generar a espacios en algunas televisoras. El problemas es que es difícil saber como van a manejar esto exactamente. Ya he escuchado algunas propuestas y todo sigue sin cambiar. Es mas o menos así: “te pagamos por el programa pero no te puedes meter con los de nuestro lado”. Esto me suena demasiado conocido, así que no creo que logren nada, mas allá de cansar a todo el mundo del discurso repetitivo.
Dejemos de predicar el Apocalipsis, quien realmente quiera hablar, lo seguirá haciendo, esto solo hace mas interesante el juego.
El asunto es que los políticos nos creen estúpidos, pero realmente la teoría de que las masas son inertes a veces parece muy viva. Tan cercana, que a veces no logro entender como semejantes idiotas controlan a tanta gente.
Lo dicho... en mi opinión.
Si usted no es un completo idiota que asiste diariamente al show que ofrecen los medios de comunicación social venezolanos (todos), puedo imaginarme que al menos tendrá una opinión concienzuda acerca de lo que el gobierno del autodenominado redentor de Bolívar, defensor de los derechos humanos y (otra vez autoproclamado) defensor de los derechos de los pobres (que a cambio de puestos de ventas ambulantes regalaron su dignidad) en Latinoamérica llama Ley Resorte (creo que por que ha hecho brincar del susto a mas de uno)y la oposición con sus muñecos lobotomizados de la clase media-alta, ley mordaza.
Es ridículo como un país entero se entrega a los totems idealizados por la TV y la Radio y se lanzan al vacío mientras desde un sitio seguro, sus supuestos redentores, ríen viajando en primera clase.
Como una vez quise hacer entender a un niñito con un maní en la cabeza que cayó preso durante los días de la guarimba, la libertad de expresión que tanto decía defender (mas aún después del lavado de cabeza al que lo sometieron sus compañeros, sufridos presos políticos, que le hicieron creer que él debía ahora levantar la conciencia universitaria, mediante repetitivos discursos que interrumpen las buenas clases y las buenas discusiones sobre aspectos mas relevantes que los gastos presidenciales) venía acompañada del supuesto que todos tenemos capacidad mínima de decidir acerca de las realidades y mentiras, que siempre nos predican desde los estudios que tienen como estándar de 10 a 15 grados centígrados de temperatura, para mejor funcionamiento de su hardware. Es decir, la capacidad que cualquier persona debe tener para determinar si cree o no.
Grave es, señores lectores, que consideremos el bombardeo al que nos vemos rodeados diariamente un acto de fe. No se puede pretender o considerar de alguna manera que autoricemos y demos credibilidad a cualquiera de los personajes que ponen a repetir discursos en los circos políticos de las cinco de la tarde, dependiendo del canal por el que hablan. La libertad de expresión no es un acto de fe, repetimos, como derecho viene acompañado de los consabidos deberes. En este caso creo, humildemente el deber es muy sencillo: piense antes de creer.
Vamos a darle un voto de confianza a las teorías post-modernas. Supongamos que hemos acabado con el misticismo y hemos superado los albores del raciocinio de inicios de la modernidad para establecernos como la sociedad que somete todas sus acciones a los postulados modernos. No podemos actuar como si la linda caja de lucecitas fuera, en lugar de cuadrada, redonda y en lugar de control remoto hubiera una gitana con verruga y lunar incluido manejando los canales.
Por esta misma razón, quienes argumentan que los medios de comunicación necesitan este tipo de regularización en defensa de los niños, niñas y adolescentes realmente nos toman por completos idiotas. Por completos idiotas también nos han tomado los señores que gritan y se someten a los riesgos de la hipertensión cuando predican en las tribunas de opinión, que dicen que vamos camino a la dictadura y que el gobierno solo quiere ocultar lo que realmente está sucediendo.
Dos consideraciones. Una: el sistema democrático está perfectamente diseñado para que nunca sepamos lo que realmente está sucediendo, así que por ese lado no nos debemos preocupar. Otra: que los irresponsables padres dejen la educación de sus hijos en manos de un control remoto significa un control remoto en la cabeza de sus hijos.
Entonces, ¿a donde vamos con todo esto?. Sencillo, al mismo lugar a donde van todas las leyes, al olvido. Realmente no importa mucho el asunto de los horarios, regulado, supervisado y adulto. Igual nos la arreglaremos para seguir vendiendo sexo y odio a cualquier hora. Para eso tenemos a los abogados que justifican todo y a los publicistas que conocen nuestras mentes mejor que todos los siquiatras y sicólogos.
En particular, he estado pendiente de tres asuntos: las sanciones, el equilibrio entre los artistas nacionales e internacionales en la radio y el incomprensible registro de productores independientes.
Las sanciones, realmente exageradas, pueden llevar a la desaparición a las pequeñas televisoras locales y a la mayoría de las radiodifusoras. El asunto es como van a hacer todos al mismo tiempo para no resbalarse si es que alguien se empeña en hacer cumplir esto. (todo amenazas, no creo que lo hagan de verdad).
Según lo que he podido averiguar, se establece que con la entrada en vigencia de la ley las emisoras deben pasar tres horas al día de programación que incluya a artistas nacionales. Bien por eso, pero sigue siendo escaso, el impacto será mínimo.
Con lo del registro de productores independientes me interesa el acceso que esto pueda generar a espacios en algunas televisoras. El problemas es que es difícil saber como van a manejar esto exactamente. Ya he escuchado algunas propuestas y todo sigue sin cambiar. Es mas o menos así: “te pagamos por el programa pero no te puedes meter con los de nuestro lado”. Esto me suena demasiado conocido, así que no creo que logren nada, mas allá de cansar a todo el mundo del discurso repetitivo.
Dejemos de predicar el Apocalipsis, quien realmente quiera hablar, lo seguirá haciendo, esto solo hace mas interesante el juego.
El asunto es que los políticos nos creen estúpidos, pero realmente la teoría de que las masas son inertes a veces parece muy viva. Tan cercana, que a veces no logro entender como semejantes idiotas controlan a tanta gente.
Lo dicho... en mi opinión.
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